Sábado, Octubre 12, 2024
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Según la especialista del IDIEM, Paula Araneda: Hongos en muros y condensación en ventanas sin señal de alerta de problemas de aislación térmica

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• La humedad en las paredes puede ser una amenaza importante para aquellos grupos de la población que más sufren con las infecciones respiratorias en invierno.

• Las brechas pueden ser resueltas incorporando aislación térmica tanto por el exterior como en el interior de las viviendas.

 

La aislación térmica es el abrigo de las casas. Al igual que las personas, las viviendas necesitan tener una protección contra el clima, con la diferencia que en el primer caso sí es posible adaptarse a las temperaturas agregando o quitando capas de ropa, explica la especialista del IDIEM –el centro de investigación, desarrollo e innovación de estructuras y materiales de la Universidad de Chile– Paula Araneda.

 

“La casa es obviamente menos dinámica, por lo cual se deben diseñar y construir con el abrigo puesto. Esto significa que se debe considerar la peor condición de frío a la que se va a enfrentar, aunque en realidad quien se enfrenta al frío es quien habita el espacio y cuando este vence a la aislación lo que termina pasando es que el calor se va. Igual como nos pasaría a nosotros sin el abrigo en la calle; el calor que genera nuestro cuerpo se perdería en el ambiente”, dijo la jefa de la División de Tecnología de la Construcción de IDIEM.

 

Aunque las casas no se pueden cubrir con la misma facilidad que nos ponemos una parka en invierno, la aislación térmica sí se puede resolver. Sobre todo cuando hay problemas: una señal inequívoca de que el lugar que habitamos no tiene el desempeño adecuado en este aspecto es la humedad. La condensación extrema en las ventanas, la aparición de hongos en techos y paredes o incluso la humedad en los muros son una señal de alerta.

 

Araneda agrega que “cuando la casa no tiene una aislaciónadecuada, puedes encender una estufa en su interior y todo ese calor que se genera se desperdicia. La aislación es importante por varias razones: primero, por confort, para que las personas puedan estar cómodas; por salud, para que la temperatura sea más estable y se eviten enfermedades asociadas; y por eficiencia energética y sustentabilidad, más aún en el actual contexto climático”.

 

Siete normas de aislación

 

En Chile, las normas de construcción y aislación térmica varían dependiendo de las zonas geográficas. Debido a su extensión territorial y los variados climas que se registran de norte a sur, de cordillera a mar y en el territorio continental e insular, no existe una única forma de proteger un edificio. El lugar donde se encuentra ubicada definirá las características de la aislación contra condiciones como el calor, el frío, la lluvia, el viento o la nieve.

 

Esta regulación data del año 2000 y con el paso del tiempo ha sufrido algunas modificaciones, en busca de que las casas tengan mejor confort y también mayor desempeño energético. Paula Araneda detalla que actualmente la reglamentación considera siete zonas térmicas, desde los climas más cálidos al norte hasta los más fríos al sur.

 

El IDIEM, centro con más de cien años de experiencia y ubicado en el Campus Beauchef de la Universidad de Chile, dispone del laboratorio donde se experimenta la respuesta de los materiales a las distintas condiciones climáticas existentes en el país. “Es un tema muy importante. En la era de los avances en sustentabilidad en el contexto del cambio climático, por ejemplo, no es posible lograr un consumo energético eficiente en los hogares sin una adecuada aislación térmica”, afirmó la especialista. 

 

Humedad, hongos y enfermedades

 

Pese a las normativas de construcción, existen edificios donde la aislación es insuficiente. Esto deriva en problemas de condensación que son los responsables de la aparición de hongos, además de la pérdida de energía (ocasionando un mayor gasto de recursos en este aspecto) y una temperatura que hace menos habitable la vivienda. Otra señal para evaluar es si los muros están fríos, precisó Paula Araneda. 

 

“En términos técnicos, la aislación se mide bajo un parámetro de resistencia térmica de los muros o en su inverso matemático: la transmitancia térmica de los muros. Una baja aislación térmica, que derive en una vivienda con bajas temperaturas, humedad y hongos, puede influir de manera negativa en la salud de sus ocupantes, en particular aquellos más vulnerables como adultos mayores o niños”

 

Las brechas son reversibles, agregó la especialista del IDIEM, quien destaca que hay un amplio espectro de soluciones constructivas para “poner abrigo” a las casas. Entre las soluciones más usadas está el sistema EIFS (Sistema de aislación térmica exterior, en español), un producto que se utiliza mucho hoy en día para aislar térmicamente las viviendas nuevas. Para viviendas existentes es posible aislar por el interior, utilizando soluciones que se componen de poliestireno expandido y placas de yeso cartón.

 

Por último, existen otras soluciones innovadoras en base a materiales de origen natural, como la celulosa proyectada, fibras animales e incluso textiles reciclados, que pueden ser usados al interior de muros del tipo panel.

 

En términos muy generales una vivienda con una aislación térmica reforzada puede llegar a ahorrar hasta un 20% de energía, e incluso más, si se combina con un sistema de calefacción eficiente. 

 

A la espera de resolver de forma estructural las brechas en el confort térmico de la vivienda, algunas de las recomendaciones básicas son realizar una buena ventilación, evitar secar ropa al interior y prescindir de calefactores que generen agua por combustión.